12 de marzo de 2011

No quieres darle.

Y siempre quiero que sea, lento, suave, pero da igual. Dejar de verte siempre me produce una sacudida. No hay nada más violento.

Arrastramos los pies por la calle brillante de agua, desde el teatro hasta tu portal. No nos importa nada y sabes, y sé, que en nada nos tendremos que separar. Qué tontería, en nada nos volveremos a ver. Pero esa no es la cuestión.

Hoy el timbre ya no hace falta, pero esa no es la cuestión. Quiero verte sonreír otra vez –siempre-. “No quieres darle”. Ya no llueve. -Mentira, en tus ojos sí.- “¿Por qué llueve?” De sobra lo sé, lo sabes. Y esa, esa es la cuestión.

1 mentes se han parado:

Natalia dijo...

Recojo las palabras del suelo húmedo de un portal perdido y te las tiendo. Si es que no puedo soportar el separarme de ti; imaginarte andando sólo, cruzando el Ebro, limpiando los cristales de lluvia con el parabrisas, me ahoga. Déjame acompañarte. Siempre.