17 de diciembre de 2010

Frio

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Se cuela por toda grieta del armazón de telas llegando hasta la médula, arrancando un escalofrío y un pequeño gemido. No es sólo frío. Viene de la mano del cierzo o de la niebla. Poco a poco roe la cubierta de calor que de los dedos, la nariz, los pies; las manos, los tobillos, las orejas… Quema a cada paso, inexorable. Maldición al despertador, que tira de alma hacia el cuerpo, que obliga a los ojos a abrirse. Traidor.

Mañanas de invierno. ¡No podréis conmigo!

1 mentes se han parado:

Natalia dijo...

Lo malo de este frío es que viene de fuera pero se queda dentro, un molesto habitante que se refugia en nosotros. Pero podemos buscar escondites a los que no puede llegar. Y es un lujo encontrarlos contigo.