16 de noviembre de 2010

El valor de las cosas

¿Cuánto vale? ¿Se puede contar en euros? ¿En dólares? ¿Qué es lo que vale? ¿Mi vida? Vale… ¿cuántos euros? ¿Comprarías la vida de otra persona? ¿Venderías la tuya? ¿Por qué no? ¿A caso no vale nada? Todo tiene un precio, dicen. Se equivocan. Su error está en que no es un valor numérico, físico, o económico.

La gente intenta rodearse de posesiones. Riquezas, les llaman. Mucho dinero. Una casa grande, un cochazo, ropa de marca… el mejor ataúd, un mausoleo. ¿Qué queda al final? Tierra, y sobre ella un montón de piedras, más grandes o más pequeñas, muchas o pocas. Una losa, un grabado y un número.

El poder, control, poseer, dominar. ¿Cuánto posees tú, hombre rico? Crees que mucho, ¿no?. Mucho comparado con el pobre, ¿verdad?. ¿Qué posees? Objetos, dinero, amistades… estas últimas te dejarán por lo segundo, que desaparecerá por lo primero, que al final no será tuyo. Pero no hablemos del futuro. Hablemos de ahora. Tú, rico, que tanto crees poseer, posees en suma tanto como el pobre. Quizás seas el que más posea de tu país, de tu continente o de toda la Tierra. Pero no posees nada. El universo lo es todo. Comparado contigo, tú no eres nada. Puede que sea una frase absurda, pero Homer tiene razón: “Tendrá todo el dinero del mundo, pero habrá una cosa que jamás podrá comprar. Un dinosaurio”

Y bien señor rico, por qué posee tantas cosas. Es así más feliz. ¿Es más feliz con un “Picasso” en el salón que cuando era niño y jugaba con sus amigos en la calle? ¿Es más feliz rehusando a pagar tus impuestos que cuando desnudó a una mujer por primera vez? ¿El éxito da la felicidad? ¿Qué éxito?

De todas formas eso no me importa. Cada uno hace lo que quiere con su vida. ¿Pero por qué te empeñas que el mundo se mueva como tú dices? ¿Por qué hay que hacerte caso a ti, si no tienes razón?¿Por qué hemos de servirte a ti, si jamás cumplirás tu propósito de poseerlo todo? ¿Por qué nos haces pensar como tú? ¿Por qué entramos en tu juego? ¡Te odio, me odio!

I got no money.

Que te odie es obvio, eres un niño gordo y egoísta. Me odio a mi por saber que hay cosas muchísimo más valiosas que el dinero, cosas que sólo son mías, que tienen un valor muy específico y que nunca serás capaz de medir ni entender. Algunas son posesiones, parecidas a las tuyas, pero no como tú las entiendes. Este ordenador, por ejemplo, para mi vale una mierda. Quizá para ti vale 700 euros, me da igual. Tengo una vídeo. En él salgo yo, con 5 años, jugando con un tren de madera, que aun conservo y mi hermano, jugando con chismes de un cajón de la cocina. Pensarás que esa cinta no tiene ningún valor, y ese tren que guardo con tanto tesón, que tan orgulloso he enseñado a mis amigos a lo largo de mi vida, que hice traer y llevar de una casa a otra a mi padre, y que algún día espero que sea desempolvado por mis hijos, sólo vale para hacer palillos o para coleccionar, con suerte, porque tú no entiendes qué significa para mi. Pero no todo acaba en eso. También tengo recuerdos y emociones… Y aun así tengo que olvidarlas y echarlas a un lado, para entrar en tu juego. Juego en el que ni tú saldrás ganando.

 

La falta de tiempo hace que uno se de cuenta que lo que más necesita muchas veces no es esa camiseta tan guapa, o ese ipod nuevo, sino un gran abrazo. Un beso. ¡Un mondtom!

3 mentes se han parado:

Natalia dijo...

Muy cierto. ¿Qué son los millones de euros comparados con los recuerdos? ¿Con esa tarde de horas y horas de leer y no querer terminar nunca, con la inocencia de ser peque, y jugar tus juguetes, hacer las "primeras películas modernas", reírte por todo o por nada? ¿Con esa canción que te hace llorar, o esa que te hace sonreír? ¿Con el recuerdo de ese martes londinense, de Luces, de paseos, de jueves, viernes y luego sábados, y domingos...? ¿Qué son esos millones comparados con esas tardes de horas y horas contigo y el deseo de no querer que se terminen nunca?

Qué pena que haya gente que no lo entienda y que valore más el móvil de última generación frente a un beso o un abrazo, que no tienen actualizaciones y siguen funcionando a las mil maravillas. Y, citando a los Simpsons de nuevo, dice Bart muy acertadamente "¿te abrazan los billetes cuando vuelves a casa por las noches?". Me temo que no.

Gente que pondréis cara de asco al leer esta entrada o alguna similar: vosotros os lo perdéis.

Rocío dijo...

Además, los besos y los abrazos nunca se pasan de moda!

Conra dijo...

Creo que solo echamos en falta el dinero y lo material, cuando no tenemos lo otro, lo autentico, lo verdadero.

Parece que mucha gente anda o andamos faltos de todo lo de verdad.

Buena entrada Guille!. Te felicito!.